2 sept 2013

Cigarrillos electrónicos, una nueva moda que crece en nuestro país.



Cada vez se ven más personas que, con el objetivo de dejar el tabaco, o de poder seguir fumando en lugares donde está prohibido, optan cada vez más por el uso del cigarrillo electrónico. Desde el programa Armilla ante las Drogas pretendemos aclararte algunos aspectos relacionados con estos nuevos artilugios, que pese a ser cada día más usados, no cuentan aún con una regulación sobre su venta y distribución.

En primer lugar, decir que el cigarrillo electrónico es un dispositivo que vaporiza un compuesto de nicotina, glicol de propileno y otros productos, que se vende en formato de pequeños depósitos desechables.
Existen varios estudios que no reconocen la eficacia de estos cigarrillos a la hora de dejar de fumar, ya que los fumadores que lo usan para dejar de fumar no consiguen librarse del hábito de llevarse algo a la boca.

Por otra parte, las autoridades sanitarias advierten de que no hay mucha investigación sobre los efectos a largo plazo de utilizar estos dispositivos. Algunos estudios recientes han concluido que los cigarrillos electrónicos parecen tener un efecto fisiológico inmediato a corto plazo similar al que causa el tabaco; en concreto se han observado signos de constricción e inflamación de las vías respiratorias; ahora bien, los investigadores reconocen que desconocen los efectos a largo plazo y que haría falta una mayor investigación.

LA OMS (Organización Mundial de la Salud) resalta que, al poder obtenerse en distintos sabores,  puede convertirse en un producto «particularmente atractivo» para los jóvenes. Además, resalta el hecho de que sea un producto tan novedoso, hace que apenas existan estudios , y los que hay, se contradicen, sobre su impacto sobre la salud o su supuesta efectividad para dejar de fumar. De hecho, la OMS aclara en un informe que «no se ha demostrado científicamente» ninguno de estos aspectos. Por lo que se desconocen los «riesgos potenciales» que pueda ocasionar, tratándose de un dispositivo que aportaría una «ilusoria seguridad» en el consumidor.

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